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La doctrina de la Reforma de la justificación por fe es, y siempre ha sido, el blanco número uno del ataque del enemigo. Sienta las bases del puente que reconcilia a Dios con el hombre - sin esa doctrina clave, el cristianismo se derrumba. Pero la doctrina que los reformadores tan meticulosamente esclarecieron y por la cual también derramaron sangre, hoy se ha vuelto tan confusa que muchos protestantes apenas la reconocen. Lamentablemente, hay algunos que reaccionan contra una clara presentación de la justificación, llamándola nada más que sutilezas inútiles.

Los intereses superficiales de la iglesia multitudinaria han causado problemas doctrinales que han sido minimizados y a los cuales se les restó importancia - ¿Qué persona "sin iglesia" quiere venir a oír hablar de teología? Bajo la influencia del pragmatismo, el movimiento sensible al buscador ha cambiado la claridad doctrinal que honra a Dios y la pureza bíblica por el entretenimiento y los discursos motivacionales.

Las preocupaciones sociales y políticas han reunido a los evangélicos y católicos en los últimos años para unirse en contra de las fuerzas del secularismo. Bajo la influencia del ecumenismo, es difícil para cualquiera de los grupos recordar qué era lo que les dividía en primer lugar.

Los pragmáticos y ecumenistas son ayudados en su olvido por los nuevos movimientos teológicos que redefinen la justificación en términos más católicos. Bajo la influencia del liberalismo y el postmodernismo, los defensores de la Nueva Perspectiva de Pablo, la Iglesia Emergente y otros, han confundido y redefinido la doctrina de la justificación que una vez más se ha cubierto por la oscuridad.

La iglesia cristiana de hoy está en peligro de volver a la Edad Media. El movimiento ecuménico exhorta a los cristianos a utilizar medios mundanos para lograr fines temporales; y los movimientos teológicos actuales miran a través del lente de la filosofía – el racionalismo del siglo de las luces y el subjetivismo posmoderno - en lugar de la Escritura. El alejamiento de la sola Scriptura ha dado lugar al alejamiento de la sola fide - la justificación solo por fe.

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En los años 1500, un monje meticuloso, que según su propio testimonio "odiaba a Dios", estaba estudiando la epístola de Pablo a los Romanos. No pudo pasar más allá de la primera parte de Romanos 1:17: "[En el Evangelio] la justicia de Dios se revela por fe y para fe" (RV1960).

Una verdad simple, bíblica, cambió la vida de ese monje - y encendió la Reforma Protestante. Fue la constatación de que la justicia de Dios pudo hacerse justicia de los pecadores - y que eso podía pasar solo por medio de la fe. Martin Lutero encontró la verdad en el mismo versículo que había tropezado, Romanos 1:17: "Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá" (RV1960, énfasis añadido).

Lutero siempre había visto "la justicia de Dios" como un atributo del soberano Señor por medio del cual Él juzgaba a los pecadores - no un atributo que los pecadores podrían poseer. Describió el descubrimiento que puso fin a la Edad Media teológica:

Vi la conexión entre la justicia de Dios y la afirmación de que "el justo vivirá por su fe". Entonces, comprendí que la justicia de Dios es la justicia por la cual, a través de la gracia y la gran misericordia de Dios, nos justifica por la fe. En aquel momento, me sentí renacer; y he pasado por el umbral al paraíso. Toda la Escritura adquirió un nuevo significado; y donde antes la "justicia de Dios" me había llenado de odio, ahora se cambió en un amor mayor inenarrablemente dulce. Este pasaje de Pablo se convirtió para mí en una puerta al cielo.

La justificación por fe es la gran verdad que sobrevino a Lutero y conmovió drásticamente a la iglesia. Debido a que los cristianos son justificados solo por la fe, su situación delante de Dios no está de ninguna manera relacionada con el mérito personal. Las buenas obras y la santidad práctica no proporcionan motivos para la aceptación de Dios. Dios recibe como justos a los que creen, no por ninguna cosa buena que vea en ellos - ni siquiera a causa de Su propia santificación en sus vidas - sino únicamente sobre la base de la justicia de Cristo, que se considera a su favor." Al que no obra, sino cree en Aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia" (Romanos 4:5). Esa es la justificación.

Declarados justos: ¿Qué cambia realmente?

En su sentido teológico, la justificación es un término forense o puramente legal. Describe lo que Dios dice sobre el creyente, no lo que hace para cambiar el creyente. De hecho, la justificación no genera ningún cambio real en la naturaleza o carácter del pecador. La justificación es un decreto judicial divino. Cambia sólo nuestro estado, pero tiene ramificaciones que garantizan que continuarán otros cambios. Los decretos forenses como éste son bastante comunes en la vida cotidiana.

Cuando me casé, por ejemplo, Patricia y yo nos paramos delante del Ministro (mi padre) y dijimos nuestros votos matrimoniales. Cerca del final de la ceremonia, mi padre declaró: "Por la autoridad investida en mí por el estado de California, los declaro marido y mujer." Inmediatamente, fuimos legalmente marido y mujer. Segundos antes, éramos una pareja de novios, ahora, estábamos casados. Nada dentro de nosotros realmente cambió cuando fueron pronunciadas esas palabras. Pero nuestra situación cambió delante de Dios, la ley, nuestra familia y amigos. Las implicaciones de esa sencilla declaración han afectado toda la vida y han cambiado la misma (por lo cual estoy agradecido). Pero cuando mi padre pronunció esas palabras, se trataba de una declaración legal.

Del mismo modo, cuando un presidente del jurado lee el veredicto, el acusado ya no es "el acusado". Legal y oficialmente, se convierte al instante en culpable o inocente - dependiendo del veredicto. Nada en su naturaleza cambia, pero si se le encuentra inocente, caminará fuera de la corte como una persona libre ante los ojos de la ley, plenamente justificada.

En términos bíblicos, la justificación es un veredicto divino de "inocente - totalmente justo." Es la transformación de la actitud de Dios hacia el pecador. Mientras anteriormente estaba condenado, ahora lo reivindica. Aunque el pecador vivió una vez bajo la ira de Dios, como creyente, él o ella están bajo la bendición de Dios.

La justificación es más que un simple perdón, el perdón solo seguiría dejando al pecador sin méritos ante Dios. Así que cuando Dios justifica, Él atribuye justicia divina al pecador (Romanos 4:22-25). Los propios méritos infinitos de Cristo se convierten así en la base sobre la cual el creyente se sitúa ante Dios (Romanos 5:19; 1 Corintios 1:30; Filipenses 3:9). Por lo que la justificación eleva al creyente a un reino de plena aceptación y privilegio divino de Jesucristo.

Por lo tanto, a causa de la justificación, los creyentes no sólo son perfectamente libres de toda carga de culpa (Romanos 8:33), pero también tiene el mérito completo de Cristo computado a su cuenta personal (Romanos 5:17). Estas son las realidades que fluyen de la justificación:

• Somos adoptados como hijos e hijas (Romanos 8:15)

• Llegamos a ser coherederos con Cristo (v. 17)

• Estamos unidos con Cristo para que seamos uno con Él (1 Corintios 6:17)

• Estamos, por lo tanto, "en Cristo" (Gálatas 3:27) y Él en nosotros (Colosenses 1:27)

¿Cómo difieren la justificación y la santificación?

La justificación es distinta de la santificación, porque en la justificación Dios no hace justo al pecador, Él declara que él es justo (Romanos 3:28, Gálatas 2:16). Observe cómo la justificación y la santificación son distintas la una de la otra:

• Justificación imputa la justicia de Cristo a la cuenta del pecador (Romanos 4:11b), la santificación imparte justicia al pecador personal y prácticamente (Romanos 6:1-7; 8:11-14).

• La justificación tiene lugar fuera de los pecadores y cambia su situación (Romanos 5:1-2, la santificación es interna y cambia el estado del creyente (Romanos 6:19).

• La justificación es un evento, la santificación, un proceso.

Las dos deben distinguirse, pero nunca se pueden separar. Dios no justifica a quien no santifica; y Él no santifica a quien no justifica. Ambos son elementos esenciales de la salvación.

¿Por qué distinguir entre ellas? Si la justificación y la santificación están tan estrechamente relacionadas que no se puede tener una sin la otra, ¿por qué preocuparse en definirlas de manera diferente? Esta pregunta fue el argumento central entre Roma y los reformadores del siglo XVI; y sigue siendo el frente principal de nuevos ataques contra la justificación.

Justificación en la doctrina católica romana

El catolicismo romano combina las doctrinas de la santificación y justificación. La teología católica considera que la justificación es como una infusión de gracia que hace justo al pecador. En la teología católica, pues, el fundamento de la justificación es algo que se hace bien dentro del pecador - sin la justicia imputada de Cristo.

El Concilio de Trento, la respuesta de Roma a la Reforma, declaró anatema al que dijere "que el pecador se justifica solo por fe - entendiendo que no se requiere otra cosa alguna que coopere a conseguir la gracia de la justificación." El consejo católico decretó que: "la justificación... no es solo la remisión de los pecados, sino también la santificación y renovación del interior del hombre, por la admisión voluntaria de la gracia y dones que la siguen, de donde resulta que el hombre se convierte de injusto en justo." Así, la teología católica confunde los conceptos de justificación y santificación; y sustituye la justicia del creyente por la justicia de Cristo.

¿Cuál es el problema?

La diferencia entre Roma y los reformadores no es un ejemplo de sutilezas teológicas. La corrupción de la doctrina de la justificación deriva en varios otros errores teológicos graves.

Si la santificación se incluye en la justificación, la justificación es un proceso, no un evento. Eso hace que la justificación sea progresiva, no completa. Nuestra posición ante Dios se basa entonces en la experiencia subjetiva, no garantizada por una declaración objetiva. La justificación se puede entonces experimentar y luego perder. La seguridad de la salvación en esta vida se hace prácticamente imposible porque la seguridad no puede ser garantizada. El fundamento de la justificación es en última instancia la propia virtud actual continua del pecador, no la justicia perfecta de Cristo y Su obra expiatoria.

¿Qué es tan importante acerca de la doctrina de la justificación solo por fe? Es la doctrina sobre la cual la iglesia declarada se sostiene o se derrumba. Sin ella no hay salvación, no hay santificación, no hay glorificación - nada. Usted no lo sabría al mirar al estado del cristianismo de hoy, pero es realmente importante.

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