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Hemos estado disfrutando mucho el estudiar juntos el tema del crecimiento espiritual; y francamente nada es más importante en la vida de un creyente que el hecho que el creyente esté involucrado en el proceso de la madurez espiritual. Sería algo trágico que un cristiano se quedara en un estado de infancia durante todos los años de su vida en la Tierra. Y sin embargo, eso es tristemente lo que sucede en muchos, muchos casos. Las iglesias están llenas de gente que nunca crece espiritualmente. Parece como si los años pasaran y ellos siempre pelean las mismas batallas del mismo modo. Y terminan perdiéndolas del mismo modo que las han perdido en el pasado. Ellos no parecen verse fortalecidos; no parecen estar ganando ningún recurso. No parecen estar ascendiendo en ningún tipo de escalera de progresión espiritual que les dé un sentido mayor de victoria, de mayor utilidad a Dios.

Y esta es la tragedia, una especie de crecimiento espiritual retardado. Y queremos lidiar con eso al compartir los principios de la Escritura que realmente nos apuntan a la dirección de la madurez espiritual.

Ahora, asumimos que Dios quiere que crezcamos. No necesitamos asumirlo. Podemos saberlo específicamente porque 2 Pedro 3:18 dice ‘creced en la gracia’. Y 1 Pedro 2:2 dice que debemos desear la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcamos. Entonces, el crecimiento es realmente mandado. Se nos dice que crezcamos. Pablo dice para que ya no seamos niños llevados por doquier en todo viento de doctrina. Debemos madurar. Debemos crecer. Debemos progresar en nuestra vida cristiana.

Ayer debió haber sido una cosa, hoy debería ser algo diferente y mañana debería ser nuevamente diferente. De hecho, a menudo he sentido en mi vida que cualquier día que no crezco al menos un poco en progreso a la semejanza de Cristo es una pérdida total. En cada día debería haber algún elemento de progreso en mi vida espiritual.

Ahora, hemos hablado algo de las maneras en las que crecemos espiritualmente. Pero hemos dicho que sobre todo hay una clave maestra para el crecimiento espiritual. Y es la siguiente: crecemos conforme glorificamos a Dios. Sabemos lo que significa glorificar a Dios ahora porque lo hemos estudiado en nuestras últimas cuatro sesiones. Y generalmente, entendemos que eso significa vivir para Su honor, vivir para Su alabanza; y Pablo le dice a Tito para ‘adornar la doctrina de Dios’. Y Jesús dijo que vivamos de tal manera que literalmente traigamos honra al Señor. Brillando como luces en el mundo y el Padre sea de esta manera glorificado. Vivir para la gloria de Dios, entonces, es vivir el tipo de vida que manifiesta piedad, que despliega a Dios, que revela a Cristo en nuestras vidas.

Y este es realmente el estado en el que crecemos espiritualmente. Si no estamos viviendo para la gloria de Dios, la única otra alternativa es que estamos viviendo para nuestra propia gloria o la gloria de Satanás. Y en cualquiera de estas dos últimas condiciones, no crecemos en absoluto. Sólo conforme vivimos para la gloria de Dios, crecemos. Y nuestro versículo clave es 2 Corintios 3:18 el cual dice: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” En otras palabras, comenzamos a ascender de un nivel de gloria, a más y más niveles de gloria, pareciéndonos más y más a Jesucristo conforme vemos Su gloria.

El enfoque, entonces, de la vida cristiana es realmente conocer a Dios y glorificarlo. Esta es la expresión de Pablo cuando dice ‘a fin de conocerle’. Entonces, el creyente, si va a crecer, tiene un enfoque; y el enfoque es la gloria del Señor. Y conforme se pierde a sí mismo la gloria del Señor, él comienza a crecer.

Ahora, hablando de manera muy práctica, hemos aprendido que eso significa varias cosas. Primero que nada, nosotros glorificamos a Dios confesando a Jesús como Señor. En Filipenses capítulo 2, dice que debemos confesar a Jesús como Señor para la gloria de Dios. Ahora, permítame resumirlo de manera muy simple. Si vamos a crecer, creceremos conforme glorificamos al Señor. Y vamos de un nivel de gloria al siguiente. Y procederemos de ser bebés a ser jóvenes, a ser padres espirituales, sólo conforme glorificamos a Dios, sólo conforme vivimos en Su gloria, conforme lo honramos con nuestra vida.

Y eso significa, en primer lugar, que debemos confesar a Jesús como Señor. Usted no puede vivir para la gloria de Dios a menos de que nazca de nuevo, a menos de que sea un creyente, a menos de que haya entregado su vida a Cristo. Eso es lo que Pablo está diciendo. Y si tan sólo puedo recordarle de algo más que discutimos en esto es que volverse un cristiano no es primordialmente para mantenerlo alejado del infierno, no es primordialmente para que usted experimente bendición, sino convertirse en cristiano es primordialmente para que usted pueda vivir para la gloria de Dios; porque esa es la razón por la cual Él lo hizo a usted.

Siempre me ha llamado la atención que casi todo lo que Dios hizo le da gloria. “Los cielos declaran la gloria de Dios,” “Las fieras del campo me honrarán,” dice Isaías. Los ángeles dijeron “gloria a Dios en las alturas.” Pero es sorprendente cómo los humanos se resisten a dar gloria a Dios. De hecho, en Romanos 1 dice que “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios…” Es el terrible legado de la pecaminosidad humana, que el hombre no le da la gloria Dios. Y de esta manera, el hombre nunca progresa espiritualmente.

Ahora, cuando nos rendimos a Cristo, cuando lo confesamos como Señor, cuando lo reconocemos como Salvador y Maestro, entonces comienza el nacimiento, ese progreso de crecimiento espiritual. Ahora, ¿cómo crecemos una vez que somos salvos? Bueno, hay una segunda manera. Crecemos espiritualmente conforme apuntamos nuestras vidas a esa gloria. En otras palabras, somos salvados y eso reconoce a Dios. Y después, apuntamos nuestra vida, eso es todo lo que hacemos, hacia la gloria de Dios.

El versículo que utilizamos es 1 Corintios 10:31 y dice: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” Y comer y beber es lo más mundano que existe. Las cosas simples, pequeñas de la vida, como comer y beber, deben ser hechas para la gloria de Dios. Ahora escuche, conforme usted vive su vida de esa manera, haciendo todo para la gloria de Dios, usted sentirá en su propia vida el poder del Espíritu de Dios moviéndolo a lo largo de la línea de la madurez.

También compartimos otras cosas. Hay un tercer elemento en glorificar a Dios que nos da crecimiento y esa es la confesión de pecado. En Josué 7:19 dice: “Entonces Josué dijo a Acán: ‘Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras.’” Glorificamos a Dios al confesar pecado. También hemos visto que glorificamos a Dios al confiar en Él. Dice en Romanos 4:20 que Abraham se fortaleció en la fe dando gloria a Dios. Entonces, cuando confesamos a Jesús como Señor y apuntamos nuestra vida hacia Su gloria, cuando confesamos nuestro pecado y confiamos en Dios, le estamos dando gloria a Él. Y en respuesta a eso, Él nos está llevando en un magnetismo espiritual hacia la semejanza a Cristo.

También vimos en nuestros estudios previos que hay una quinta manera en la que glorificamos a Dios. Y es que lo glorificamos al dar fruto. En Juan 15:8, Él dice que en eso es glorificado Su Padre” también vimos que glorificamos a Dios al alabarlo. En el salmo 50, versículo 23, dice que “En esto es glorificado Mi Padre, en que llevéis mucho fruto.” Entonces, hemos visto por lo menos seis maneras en las que de manera práctica, glorificamos a Dios. Y en cada una de esas áreas nos entregamos a nosotros mismos para que estemos madurando.

No hay secreto en esto. No hay ningún tipo de experiencia divina. No hay algo especial que suceda. No es que usted pasa de pronto de un estado a otro; y ya llega ahí, a la perfección. Sino que hay este paso constante de crecimiento que se lleva a cabo en nuestras vidas conforme le estamos dando la gloria a Dios. Y por cierto, eso es sinónimo con andar en el Espíritu, vivir en el Espíritu, obedecer la palabra de Dios, dejar que la palabra de Cristo more en usted en abundancia. Y todo eso es sinónimo. Conforme nos abandonamos a Dios, cedemos al Espíritu, somos sumisos a la Palabra, le estamos dando a Él gloria. Y eso significa que en nuestra confesión de pecado, en nuestra confianza en Él, en nuestro fruto, en todas esas áreas, le estamos dando a Él gloria.

Para nuestro estudio de esta noche quiero agregar otro punto. Un séptimo modo en el cual glorificamos a Dios. Glorificamos a Dios al amarlo lo suficiente como para obedecerlo. Nosotros glorificamos a Dios al amarlo lo suficiente como para obedecerlo. Quiero que me acompañe a Juan, capítulo 21. Juan, capítulo 21. Pero este es un punto muy importante y uno que hemos tocado brevemente en un punto previo. Pero quiero enfatizarlo porque creo que la obediencia es muy importante.

De hecho, si pudiera simplificar la vida cristiana en una palabra sería la palabra “obediencia”. Y con esa palabra no sólo me refiero a obediencia externa, sino que me refiero al espíritu de obediencia, el palpitar del corazón de obediencia. A diferencia de la pequeña niña que estaba de pie, usted recuerda la historia. Y el padre le dijo que se sentara y ella se mantuvo en pie. Y el padre le dijo nuevamente que se sentara. Y ella continuaba de pie. Y el padre le dijo ‘siéntate o te voy a disciplinar’. Y ella se sentó y miró al padre y le dijo ‘me siento, pero estoy de pie en mi corazón’.

Ése no es el tipo de obediencia del que estamos hablando, no es el tipo de obediencia cuando usted obedece pero es desobediente en su corazón. No es el tipo de legalismo aplastante, sino un espíritu de obediencia. Debería haber en la vida del creyente una disposición a obedecer.

Cuando usted mira el capítulo 21 del Evangelio de Juan, usted llega al incidente en el cual Jesús confronta a Pedro y realmente quiere afirmar a Pedro en su ministerio. Y entonces, en los versículos 15 en adelante, Él confronta a Pedro con este elemento tan importante del amor. Glorificar a Dios significa que usted no ama lo suficiente como para obedecerle. Ahora, simplemente para darle un poco de entendimiento, regrese el versículo 15 y veamos lo que está sucediendo.

Ahí dice “Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: ‘Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?’” Ellos se habían reunido en la costa y habían desayunado juntos. Y Jesús entonces confronta a Simón Pedro y le dice “¿Me amas más que éstos?” Y Él usa la palabra en griego, ésta es la palabra magnánima de amor, la palabra más grande para amor, ágape. Él pregunta: ¿me súper amas, Pedro? ¿Me amas por completo? ¿Soy Yo el epítome de tus afectos, más que éstos?

Y algunas personas piensen que “éstos” significa las redes, los botes, la pesca, que Pedro tanto amaba. Otros creen que “éstos” se refiere a Sus discípulos. ¿Me amas más que a estos?  ¿Me amas más que éstos que me aman? ¿Como tú me dijiste un día, cuando me dijiste que si todos me dejaran, tú nunca lo harías porque me amas tanto? Pero sea lo que fuere a lo que se refiere el término “esto”, él estaba preguntando a Pedro si lo amaba. ¿Me súper amas?

“Le respondió: ‘Sí, Señor; tú sabes que te amo.’” Y él no utilizó la palabra ágape, utilizó la palabra phileo, que significa “me caes muy bien.” Jesús le pregunta si lo súper ama. Y Pedro no quiso decir ‘Oh sí Señor, te súper amo’. ¿Sabe por qué? Jesús le hubiera dicho “¿en serio? ¿Se te olvidó lo que dije? Si me amáis, guardaréis Mis mandamientos”. Pedro no podía afirmar ese tipo de amor porque él no había dado evidencia alguna del mismo.

Es como el hombre que le escribió a la mujer que quería y le dijo que cruzaría por la arena ardiente para estar a su lado. Que nadaría por el Canal de la Mancha para estar cerca de ella. ‘Y si no llueve esta noche, ahí estaré contigo’. Pedro no tuvo realmente las agallas para decir ‘te amo de manera súper’ porque fue sorprendido en el acto de desobediencia. Entonces, le dice que le cae muy bien. Está en cierta manera escapándose por la puerta de atrás, sabiendo que el Señor al menos podía aceptar eso.

Él le contestó “Apacienta mis corderos.” Y lo que Jesús quería que hiciera era que alimentara a Sus corderos. Él quería que fuera un pastor. Él quería que fuera alguien que predicara la Palabra, que ayudara a edificar el Reino. Y aceptó a Pedro en ese nivel. “Volvió a decirle la segunda vez: ‘Simón, hijo de Jonás, ¿me amas [me súper amas]?’ Pedro le respondió: ‘Sí, Señor; Tú sabes que te amo [me caes muy bien]’. Le dijo: ‘Pastorea Mis ovejas’. Le dijo la tercera vez: ‘Simón, hijo de Jonás, ¿me amas [dijiste que Yo te caigo muy bien]?’ Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y le respondió: ‘Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo.’” Él no se entristeció porque le dijo eso tres veces. Él se entristeció porque la tercera vez cuestionó el amor de Pedro que Pedro pensó podía sacarlo de esta situación. “‘Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo [que me caes muy bien].’”

Ahora el punto aquí es este. Jesús no puede usar a nadie que no lo ame. Y vivir para Su gloria significa amarlo. Y quizá su amor no es todo lo que debería ser. Quizás no es agapao. Quizás no es amor supremo. Pero si es un phileo sólido, bueno, Cristo lo usará usted. Él lo tomará a usted y a partir de ahí, edificará. Él quería que Pedro ministrara, pero Él sabía que había un prerrequisito; y que ese era que Pedro lo tenía que amar. No, él tenía que amarlo lo suficiente como para obedecerle.

Y entonces, habiendo dicho eso, Él le dice en el versículo 18: “De cierto, de cierto te digo: ‘Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.’” Y vimos este versículo en uno de los primeros estudios. Pero veámoslo desde un ángulo diferente. “Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios.”

‘Muy bien, Pedro’ entonces le dice ‘realmente me amas, ¿no es cierto? Pero tengo algo que decirte. Tú morirás por Mí. Sí Pedro, si continúas a Mi servicio, si sales a alimentar a mis ovejas, a alimentar a mis corderos, te va a costar tu vida.’ Y después, Él le dice algo muy simple al final del versículo 19: “Sígueme.”

Esa es la prueba. Una cosa es seguir al Señor si te dijera ‘Sígueme y vas a tener éxito. Sígueme, todo te va salir bien. Salud, prosperidad, felicidad.’ Eso es lo que las sectas prometen. Y eso lo que el cristianismo moderno le está prometiendo a mucha gente. Usted sabe, ser rico, famoso y exitoso y todo estará bien. Pero Él no le dijo eso a Pedro. Él le dijo ‘Pedro, ¿me amas? Sígueme. Te costará tu vida entera.’

Bueno, la implicación es que Pedro dijo ‘muy bien’, porque entre los versículos 19 y 20 Jesús se levantó y comenzó a caminar, y Pedro saltó y lo siguió. Y después, comenzó a caminar y Pedro estaba siguiéndolo aunque le iba a costar su vida. Pero él siguió y en el versículo 20 dice: “Volviéndose Pedro…” Digo, simplemente no pudo resistir y entonces se volteó para ver. Y él dijo “… el discípulo a quien Jesús amaba.” ¿Quién es ese? Ése es Juan, “el mismo que en la cena se había recostado al lado de Él.”

Entonces, Pedro se voltea y ahí está Juan. Y nadie le tuvo que decir a Juan que siguiera, él siempre siguió. Pedro lo ve y le dice a Jesús “Señor, ¿y qué de éste?” Quiero decir, yo voy a morir. ¿Qué le va a pasar a él? “Jesús le dijo: ‘Si quiero que él quede hasta que Yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.’” Si él vive hasta la segunda venida, no te importa. ¡Qué declaración!

Usted sabe, había un rumor que circuló por todos lados. ¿Oyeron que Juan va a vivir hasta la segunda venida? Y Juan tuvo que escribir los últimos tres versículos de este capítulo para aclarar ese rumor. Jesús dijo que si él vivía hasta la segunda venida, no tenía nada que ver con Pedro. Y después, él dice esto al final del versículo 22: “Sígueme tú.”

Ahí es donde termina el Evangelio de Juan. Y cuando usted lo retoma de nuevo, voltea la página y se encuentra en el libro de los Hechos, lo primero que ve es que Pedro está en Jerusalén, predicando un sermón fantástico, se salvan 3000 personas; y después marcha al templo, sana a un hombre que era cojo; y el hombre se levanta y baila por todo el templo alabando a Dios. Y el siguiente incidente que usted ve es que él confronta al Sanedrín y le dice exactamente lo que piensa acerca de ellos y dice: “no hay salvación bajo ningún otro nombre que el nombre de Jesucristo.” Y él dice: “nos pueden decir que nos callemos, pero no lo haremos. ¿A quién deberíamos obedecer, a los hombres o a Dios?”

Y así hasta el capítulo 13 de Hechos, él es la luz brillante en la primera Iglesia. Y él llega al punto en el cual escribe dos epístolas gloriosas y expresa en esas epístolas el gozo tremendo en su corazón por haber sido llamado al servicio del Señor. Y en 2 Pedro capítulo 1 dice ‘Miren, quiero decirles algo. En poco tiempo debo dejar este tabernáculo así como el Señor Jesucristo me ha mostrado. Voy a morir uno de estos días.’

Ahora, si yo viviera mi vida entera sabiendo que iba a ser un mártir, yo habría estado cuidándome en cada esquina. Digo, si yo sabía que me iban a crucificar un día, yo habría estado evitando lugares donde hay madera y todo lo demás. Yo habría estado en una paranoia debido a eso. Pero Pedro dice que tiene que cumplir con su ministerio. Él tiene la perspectiva correcta, ‘debido que tengo un tiempo limitado y que voy a mi morir, quiero esforzarme para que después de mi muerte ustedes pueden recordar estas cosas’. Y entonces, les está diciendo esto, les está escribiendo esto porque quiere que sirvan a Cristo hasta que muera. Y esta fue la muerte, dijo Jesús, con la cual glorificaría a Dios.

Escuche, Pedro amó a Jesús lo suficiente como para morir por Él, eso glorifica a Dios. Y éste es un principio de madurez espiritual. Usted glorifica a Dios cuando lo ama lo suficiente como para obedecerlo aún si eso es difícil. Dios es glorificado en la disposición que tenemos de hacer un sacrificio por Su causa. ¡Hombre, ésa es una verdad tremenda! Y realmente siento que ésa es la médula del crecimiento espiritual. Usted crece conforme obedece de manera dispuesta Su voluntad sin importar lo que cueste, siempre y cuando Su voluntad esté alineada con la suya y usted no esté dando pasos por aquí por allá para hacer lo que usted quiere, retrasando su crecimiento espiritual.

Dicho de una manera simple, el crecimiento espiritual es un abandono a la voluntad de Dios. Y cuando su vida está caracterizada por la obediencia, es casi como si usted pudiera verla en una analogía física. Cada vez que usted obedece al Señor, crece 1 centímetro. Cada vez que usted desobedece, ha retrasado su crecimiento. Entonces, glorificamos a Dios al amarlo lo suficiente como para obedecerlo. Y conforme vivimos una vida de obediencia, es una vida cristiana que está madurando continuamente. Un octavo punto, Y de hecho, éste es vital. Glorificamos a Dios mediante la oración. Y eso significa entonces que la oración es un elemento muy vital del crecimiento espiritual.

Acompáñeme a Juan capítulo 14. Juan capítulo 14. Ahora claro, podríamos hablar mucho de la oración. Se encuentra en todos lados en la Biblia. Pero debemos seguir avanzando para cubrir todos los puntos que necesitamos cubrir. Pero simplemente a manera de enfocarnos en este pasaje, particularmente para este punto, glorificamos a Dios mediante nuestras oraciones.

Ahora usted observe Juan 14:13-14. “Y todo lo que pidiereis al Padre en Mi Nombre, lo haré…” Ahora escuche. Detengámonos ahí por un momento. “Todo lo que pidiereis al Padre en Mi Nombre, lo haré.” Esa es una gran promesa, ¿no es cierto? De hecho, se repite en el versículo 14 por si usted no lo hubiera entendido. “Si algo pidiereis en Mi Nombre, Yo lo haré.”

¿Sabe por qué Dios responde la oración? La gente dice que Dios responde a la oración para darles lo que quieren. Dice que Dios responde a la oración porque tiene que hacerlo. Que Él hizo una promesa. Bueno, esas cosas son verdad en un sentido, pero la razón real por la que Dios responde a la oración se da en el versículo 13; y es una cláusula de propósito hina en el griego. Dios responderá su oración en el nombre de Cristo para que el Padre sea glorificado en el Hijo. La razón por la que Dios responde la oración no es por causa de usted. Es por Su causa, ¿se da cuenta? Es porque Él se beneficia de esto y es porque lo despliega a Él.

No creo que realmente entendamos eso. Algunos de nosotros no queremos orar porque no estamos demasiado seguros de que Dios va a responder. No entendemos el punto. Dios va a responder porque Dios quiere desplegarse a sí mismo. Entonces, cuando yo oro, yo glorifico a Dios. ¿Por qué? Porque le doy a Dios la oportunidad de llevar a cabo Su obra; y conforme yo le doy a Dios la oportunidad de hacer lo que Él quiere hacer, Él se manifiesta a sí mismo y recibe gloria. La oración es un elemento vital en el crecimiento espiritual. Usted no va a crecer a menos de que interactúe con Dios y vea Su poder siendo desplegado. Va a incrementar su fe conforme usted lo hace; y la fe es un elemento clave en el crecimiento espiritual, un punto muy importante.

Ahora, permítame regresar al versículo 13 con usted por un segundo. Y veamos lo que está diciendo. Los discípulos, claro, estaban muy preocupados porque Jesús ya se iba. Les había dicho que se iba a ir muy pronto, que ya no lo verían y que les enviaría al Consolador, etcétera. Ellos sabían que Jesús se iba a ir. De hecho, unos cuantos versículos después de esto, Él lo reitera. Él les dijo que se iba y: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros…” Voy a regresar y voy a recibirlos.

Pero como usted puede ver, realmente tenían miedo porque ellos habían entregado todo a Jesús. Y ahora Jesús se va y ¿dónde estarían sus recursos? Cuando necesitaban dinero para impuestos, usted sabe que Jesús lo sacó de la boca de un pez. Cuando tenían hambre, el creó peces. Cuando no tenían un lugar donde apoyar su cabeza, Él se quedó con ellos y los consoló en los montes de Galilea y en el jardín de Getsemaní. Él era un amigo amado. Él era un recurso espiritual, un recurso teológico, un recurso económico. Él era todo para ellos. Él era el futuro de sus vidas, así como el presente. Y ahora Él se va a y ellos están llenos de pánico. Y Él les dice que no se preocupen. Que aunque Él se va, todavía tienen un recurso porque todo lo que pidan y necesitan en Su Nombre, Él lo hará. Él no tiene que estar ahí.

Ésa es una gran promesa. La gente dice que ahí indica ‘pedirán en Mi Nombre’. Ahora eso es más que una fórmula, usted sabe. Algunas personas piensan que al final de toda oración usted debe decir: ‘En el nombre de Jesús. Amén’ y que eso obliga a Dios. Usted sabe, escucha a alguien orando y luego él dice ‘Amén’. Y algunas personas dicen “¡Oh, nunca terminó! Él no va recibir lo que pidió. Tiene que decir: ‘En el nombre de Jesús. Amén’. Porque él tiene que incluir eso ahí; y de esa manera obliga a Dios, ¿verdad? Él tiene que hacerlo.

No es eso de lo que está hablando. La oración no es un tema de pequeñas fórmulas. No es decir que si usted no dice ‘En el nombre de Jesús. Amén’ la oración no va a pasar más allá del techo. ¿Qué significa “en Mi Nombre”? Bueno, si usted estudia la Biblia va descubrir que cada vez que usted ve en el nombre de Dios o el nombre de Cristo ese es un concepto que incluye todo lo que Él es. “Mi nombre es Yo soy el que soy.” El nombre de Dios es quien Él es. Es todo lo que Él es. Y el nombre de Cristo es todo lo que Él es.

Y lo que Él está diciendo es que es cuando usted pide de manera coherente con quien Él es y con lo que Él quiere, lo hará. Él simplemente está diciendo “cuando ustedes oran de acuerdo con Mi voluntad,” ¿se da cuenta? Cuando usted ora de acuerdo con todo lo que Él es. Ahora, realmente eso debe guiar a su vida de oración a lo largo de esa línea, si es que usted quiere crecer espiritualmente, si usted quiere ver a Dios en despliegue, lo cual incrementa su fe y lo lleva a lo largo de la programación de crecimiento espiritual. Usted sabe, si usted usa este tipo de fórmula al final de su oración en lugar de decir ‘en nombre de Jesús. Amén.’ Diga esto: “Oro esto porque creo que ésta es la voluntad de Cristo.” Eso es lo que el versículo está diciendo.

Ahora usted puede tener cuidado la próxima vez que ore y diga: “Señor, me gustaría tener un nuevo coche. Señor, no me gusta el que tengo. Me gustaría tener este nuevo automóvil y pido esto porque creo que esa es la voluntad de…” No. No, eso probablemente no sería lo más correcto. “Señor, yo simplemente tengo este marido. No sé cómo decir esto. ¿Hay alguna manera en la que puede obtener otro? Pido esto porque es la…” No. “Señor, tengo este niño. Señor, tengo 4; y 3 son maravillosos. Pero este niño, ¿hay algún modo…?” No. Eso tampoco. Es como el pequeño niño que oró: “Dios, bendice a mamá. Dios, bendice a papá. Y Dios, me gustaría una nueva bicicleta.” Y su mamá dijo “Dios no es sordo”. Él contestó que lo sabía, pero su abuelita estaba en el cuarto de al lado y ella no oía muy bien.

Usted sabe, estamos tratando de forzar a Dios. Forzar la mano de Dios, obligarlo con una idea errónea de lo que Su promesa significó. No, orar ‘en Mi Nombre’ realmente limita nuestras oraciones. Yo puede orar: “Oh Dios, oro en esta situación por este querido hermano para que crezca espiritualmente, que tenga una nueva visión de Ti, que su corazón sea enriquecido en medio de esta prueba. Esto pido porque creo que es la voluntad de Jesucristo, ¿verdad? Eso es coherente con quien Él es y usted sabe cuál es Su voluntad.

Ahora amados, esto es precisamente lo que significa orar en el Espíritu. Orar en el Espíritu es orar de manera coherente con la voluntad del Espíritu de Dios. Y el Espíritu de Dios siempre está orando en la vida del creyente, siempre. De hecho, Romanos 8 dice que no sabemos orar como debiéramos; y por eso el Espíritu hace intersección por nosotros con gemidos indecibles. En otras palabras, en un lenguaje no verbal entre el Espíritu en nosotros y el Padre en el trono. Él siempre ora por nosotros y Su oración es siempre respondida porque Él conoce la mente del Padre. Y entonces, orar en el Espíritu es ordenar mis oraciones con la voluntad del Espíritu y la voluntad de Cristo; y el mejor lugar para comenzar a hacer eso es saber cuál es Su voluntad al ver la Palabra de Dios.

Comience a orar de acuerdo con Su voluntad. Esa no es una salida. Eso es lo que la Biblia nos dice que hagamos. Ahora observe esto, cuando usted ora de acuerdo con Su voluntad, Él lo va a hacer para que sea glorificado.

Ahora escuche, ¿quiere saber algo? Él puede hacerlo de cualquier manera, aún si usted no oró. Eso es correcto. Si esa fue Su voluntad, si Él quería hacer eso, lo hará de cualquier manera. ¿Pero sabe algo? Usted no tendría la oportunidad de verlo hacer eso. Usted no podría estar involucrado, de esta manera no le daría a Él la gloria.

Ilustración: si alguien viene a una reunión de oración y se pone de pie y dice que le sucedió algo maravilloso. Que esa mujer con la que había estado compartiendo a Cristo, por la cual había estado orando durante años… y esa semana se arrodillaron juntas en su casa y ella abrió su corazón e invitó a Jesucristo. Se rindió al Señor. Y ésta tan emocionada. I ahora ella es creyente y aquí está con nosotros en esa noche. Gracias por orar por ella en estos últimos meses.

E inmediatamente cuando eso suceda, empezará a haber olas allí y alguien dirá “gracias a Dios.” Tendrán grandes sonrisas en sus rostros. “¡Oh Señor, gracias!” ¿Saben quiénes serán esas personas? ¿Quiénes serán? Serán las personas que hicieron ¿qué? Las que oraron por ella. Y luego, habrá entonces algunas personas que están ahí sentadas indiferentes. ¿Sabe por qué? No estuvieron involucrados.

Como usted puede ver, la razón por la que debe orar no es para forzarle la mano a Dios. La razón por la que debe orar es porque usted puede estar en línea con lo que Él está haciendo, para que se involucre con lo que está haciendo, porque usted entonces se puede unir al coro aleluya y alabarlo. Solía haber una persona nuestra iglesia y su nombre era Frank. Y Frank una vez se me acercó a mí en el patio y dijo: “John, me gustaría orar por ti; pero no sé por qué orar.” Y entonces dijo: “¿Me podrías dar tres peticiones?” Y yo le dije ‘muy bien’. Pensé que era algo inusual. Y él sacó un cuaderno de espiral y escribió una petición y otra y otra.

Y luego seguí y pensé que eso era algo diferente. Nunca había nadie hacer una cosa así. Pero más tarde, él regresó a mi unas dos semanas después; y me dijo: “John, quiero revisar cómo van en esas tres peticiones.” Y abrió sus páginas, vio hacia atrás donde estaban las tres peticiones y preguntó qué pasó con la número uno, con la número dos y la tres. Y hablamos por unos 10 minutos y le conté. Y escribió todo en una columna y tenía una petición aquí y una respuesta acá.

Y en una ocasión, visite su casa antes de que se mudara a Detroit y noté que tenía 13 cuadernos de espiral como ese que se estaban llenos y estaba trabajando en el número 14. Ahora, usted sabe que ahí hay un hombre que ha visto a Dios desplegar Su gloria, ¿verdad? Usted le pregunta: “¿Frank, cree que Dios responde a la oración?” “¡Claro! ¿Cuál te gustaría ver? Las tengo en un índice. Tengo una pila de salvaciones en esta página y por aquí hay algunas…” Usted sabe, lo que está haciendo es dejando que Dios despliegue Su poder en su vida al estar involucrado en lo que Dios está haciendo.

Ése es el punto primordial en la oración, no que yo obtenga lo que quiero sino dejar que Dios se despliegue a sí mismo. Si de manera residual, yo tengo lo que quiero, eso es el merengue en el pastel. Pero lo más importante es que yo tenga lo que necesito, ¿verdad? Y algunas veces lo que necesito no es lo que quiero. El punto de oración entonces es dejar que Dios se despliegue a sí mismo. ¡Y qué cosa tan maravillosa es esa! Y si usted va a crecer espiritualmente, usted va a crecer espiritualmente conforme ve el poder de Dios desplegado. Y la oración lo coloca en esa experiencia.

Y le voy a decir algo, entre más usted ora, entre más fiel es en su vida de oración, más rápido va a ser su crecimiento espiritual. Porque Dios va a estar haciendo cosas grandes y maravillosas las cuales usted no conoce y su confianza en Su poder va a incrementar su madurez espiritual. Entonces, glorificamos a Dios mediante la oración.

Y después, una novena clave para el crecimiento espiritual; una novena manera en la que glorificamos a Dios. Y esto es muy importante. De hecho, podría hablar de esta por mucho tiempo. Glorificamos a Dios al proclamar la Palabra. Glorificamos a Dios al proclamar la Palabra. Segunda de Tesalonicenses capítulo 3, versículo 1: “Por lo demás, hermanos…” Y en cierto modo me río ante eso porque dice finalmente; y luego continúa por 18 versículos, estilo típico de un predicador. “… Orad por nosotros, para que la Palabra del Señor corra y sea glorificada.” Me gusta eso. Me gusta.

“La Palabra del Señor” es realmente la expresión de Dios. Él es sinónimo con Su Palabra. Su Palabra en el Antiguo Testamento de Su boca, Su Palabra en el Nuevo Testamento en el Cristo viviente, es sinónimo con Su Persona; y Dios es glorificado cuando Su Palabra es proclamada. En Gálatas 1:23-24 leemos esto, y claro, esto es acerca del apóstol Pablo y su conversión y su ministerio subsecuente. Dice que las iglesias de Judea: “Solamente oían decir: ‘Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba.’”

Las iglesias oyeron que este señor, Saulo de Tarso, que estaba ocupado persiguiendo a la fe, ahora estaba predicando la fe. ¿Y qué hizo? Versículo 24: “Y glorificaban a Dios en mí.” ¿Por qué glorificaban a Dios? Porque la Palabra estaba siendo predicada; la Palabra estaba siendo proclamada.

Ahora, Dios es glorificado en Su Palabra. Cada vez que usted proclama la palabra de Dios, le está dando a Él gloria. ¿Por qué? Porque usted está reconociendo que es la verdad. Usted está reconociendo que es una Palabra que da vida, que transforma la vida, que sustenta la vida, usted está diciendo que es una parábola poderosa, viva y eficaz, más cortante que espada de dos filos y demás. Cuando usted proclama la Palabra de Dios, la fuente absoluta de toda la Verdad, usted está honrando a Dios porque Él dice lo mismo acerca de Su Palabra que lo que usted está diciendo cuando usted la sostiene en alto como el estándar.

De hecho, en Hechos capítulo 13 y creo que es el versículo 48, dice que “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. ” Y aquí nuevamente, ellos glorificaron a Dios en la proclamación de la Palabra.

Ahora esto es tan básico que no quiero entrar a algo tan básico y cubrir cosas que hemos cubierto anteriormente; pero permítame tan sólo decir esto. No hay crecimiento espiritual sin que se reciba la Palabra. Usted no puede crecer sin alimento, ¿no es cierto? Y ese debe ser un proceso diario. Usted no viene la iglesia el domingo, recibe su mensaje y dice “¡oh, ese fue un mensaje maravilloso, espero que me ayude, que me sustente hasta la próxima semana!’ Así como usted no puede ir a cenar el domingo y decir ‘Señor, hemos tenido un maravilloso domingo, disfrutamos de una maravillosa cena de domingo y esperemos que nos ayude a llegar hasta el próximo domingo’. Usted probablemente comió el domingo por la noche y el lunes, el martes y demás.

Y lo mismo es el caso espiritualmente. Debe haber una alimentación diaria de la Palabra. Pero escuche. Hay una gloria mayor que alimentarse que viene al dar, porque conforme usted proclama la Palabra y la da, en cierta manera se solidifica en su propia vida. Es como la pequeña declaración que dice “entre usted más da, más retiene.” Yo he descubierto como maestro que las cosas que enseño, las recuerdo. Las cosas que leo pero nunca trasmito, las olvido.

Y entonces, Dios es glorificado en la proclamación de Su Palabra. El siervo de Dios debe darle una alta prioridad a la proclamación de la Palabra de Dios. Cuando usted guarda silencio y no proclama el Evangelio, y usted guarda silencio con la Palabra de Dios y no está en sus labios todo el tiempo, usted retrasará su crecimiento espiritual.

Usted sabe, en Deuteronomio, Dios le dijo al pueblo de Israel: “Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos. Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” “Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” Y hablen de eso todo el tiempo, continuamente. La palabra debe estar literalmente llenando su corazón y su mente para que salga cuando usted abra su boca.

Trumbull fue un gran ganador de almas hace años atrás y dijo que lo que marcó la diferencia en su vida fue cuando hizo un pacto, un voto a Dios. Y éste fue su voto. Él dijo ‘Dios, dame la fortaleza para que cada vez que yo presente el tema de conversación, siempre sea acerca de Jesús.’ Él mantuvo ese voto a lo largo de su vida. Cada vez que abría su boca, una conversación de Jesús salía. Se saturó a sí mismo de ello y estaba tan saturado que cuando abría su boca, eso era lo que sucedía.

Usted sabe, pasé tantos años estudiando la Biblia y predicando que sé que si usted me picara en el medio de la noche y me despertara, probablemente recitaría versículos bíblicos o predicaría un sermón. Sueño con cosas espirituales. Tengo sueños bíblicos. Eso me pasa mucho; o sueños de la Iglesia. Ése es el contexto de mi pensamiento, ¿se da cuenta? Y le doy gracias a Dios por eso. Dios, en Su gracia, me ha concedido eso porque me pudo haber colocado en algún otro lugar; y yo no haber tenido el lujo de estudiar la Biblia todo el tiempo.

Pero el llenar la mente y luego cuando usted la enseña, cuando usted necesita enseñar la Palabra de Dios como yo lo hago, o cualquier otro maestro de la Biblia, usted tiene que tomarla y saturarse a sí mismo de ella y saturarse y saturarse. Usted no puede sólo escribir las notas y disparar. Tiene que atravesar por usted. Y lo que usted da, se ha vuelto tanto parte de usted que controla su vida. Y entonces, conforme usted la proclama, su vida evidentemente está glorificando a Dios al hablar Su Palabra.

Voy a avanzar un poco más. Si el asno de Balam hubiera hablado la Palabra de Dios, eso habría glorificado Dios. Y si Ciro, que ni siquiera era creyente, hubiera hablado la Palabra de Dios, lo habría glorificado. Si el corrupto de Caifás, el sumo sacerdote, hubiera hablado la Palabra de Dios y hubiera sucedido, habría glorificado a Dios. Cuando la Palabra de Dios es proclamada, lo glorifica; pero mucho más cuando fluye de una vida de un creyente.

Lo que estoy diciendo es que usted no puede crecer espiritualmente si usted no está hablando la Palabra de Dios. Y creo que es una clave para el crecimiento espiritual, el estar hablando la verdad de la Palabra de Dios. Debemos darle una prioridad suprema en nuestras vidas a Su Palabra; este elemento tan esencial.

En 2 Timoteo capítulo 3, simplemente para darle otro pensamiento en esto dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

Ahora observe eso. ¿Cuál es el objetivo de la madurez espiritual? Ser perfecto, madurar, crecer. ¿Y cómo lo hace? Toda la Escritura lo lleva a lo largo de esta línea de doctrina, reprensión, corrección, instrucción en justicia, otra cláusula de propósito “para que el hombre de Dios sea perfecto.” Entonces, el proceso es el proceso de la obra de la Palabra de Dios en su corazón y nunca funciona tan bien en su vida como cuando usted está enseñándosela a alguien más, predicándosela a alguien más, compartiéndola con alguien más. Eso es lo que realmente hace que eche raíces en su corazón.

Y claro, en 2 Timoteo 2:15 tenemos esa palabra tan espacial que dice “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” Esa frase literalmente significa trazar derecho, cortar derecho. Pablo era alguien que fabricaba tiendas; y él hacía tiendas al cortar los patrones. Él hacía tiendas de pieles de cabras; y ninguna cabra era lo suficientemente grande como para poder hacer una tienda. No había una súper cabra, no había una tienda hecha de sólo una cabra. Eran animales pequeños, que usted tenía que coser en piezas. Y si usted no cortaba los pedazos de la piel de manera individual, el patrón no encajaba. Y él está diciendo que a menos de que seas cuidadoso con las partes individuales de las Escrituras, el total, el panorama total, no va a encajar.

Y entonces, debemos ser ante unos estudiantes de la Palabra, llenando nuestros corazones y llenando nuestras vidas con esta tremenda verdad. Y conforme la proclamamos, 2 Tesalonicenses 3:1: “la Palabra del Señor es glorificada” ¿Cómo glorificamos a Dios? Al proclamar Su Palabra a creyentes, incrédulos, a aquellos que oyen y a aquellos que no oyen.

Me acuerdo cuando era joven y comencé la Universidad. Y decidí que quería ser un predicador. Y entonces algunas de las personas querían ayudarme a ser predicador. Me llevaban a la estación de autobuses y me dejaban ahí a las siete de la noche y me recogían a las nueve. Y me decían que predicara ahí hasta que regresaran. Y comencé a predicar en la estación de autobuses. Y simplemente iba allí con mi Biblia en mi brazo y no tenía música, ni a nadie conmigo; simplemente me paraba allí y comenzaba predicar. Ahora eso es difícil. No sólo es difícil, es tonto. La gente pasaba y yo sé lo que estaban pensando. “Es tan joven que no entiende lo que está haciendo. Un trastornado de 18 años.”

Pero yo me paraba allí y predicaba. Y caminaba por la calle y le hablaba a la gente acerca de Cristo. Pero usted sabe, a pesar de la insensatez, a pesar de lo inadecuado que fue el mensaje que yo di, Dios fue glorificado porque fue Su Palabra, ¿se da cuenta? Proclamar Su Palabra le da gloria. Esa la razón por la que no me interesa darle mi opinión. No me interesa darle revisiones de libros. Dios no recibe gloria alguna de eso. Pero proclamar Su Palabra le da gloria. El llamado más grande que una persona pueda tener en el universo entero es simplemente darle a la gente la Palabra de Dios.

De hecho, ni siquiera quiero tomarlo a la ligera. Tratarla mal. Sólo vivo para tomar lo que está ahí y tal como está, darlo. ¿Sabía usted que yo sólo soy un mesero? Sólo soy un mesero. Sólo soy un mesero glorificado. Ése es el termo utilizado. Eso es lo que diácono significa, un siervo. Sólo soy un mesero glorificado. El que toma los trastes sucios. El Señor cocina el platillo y dice ‘MacArthur, llévalo a la mesa sin echarlo a perder’. Eso es todo. Él no quiere creatividad. Él quiere que lo entreguemos tal cual lo preparó. Él no quiere innovaciones. Él tan sólo dice ‘llévalo allí como Yo quise que fuera preparado’.

Y ése es el gran, gran gozo del ministerio. Glorificamos a Dios, entonces, al proclamar Su Palabra. Y al proclamar Su Palabra y conforme adoramos y conforme lo alabamos y conforme enfocamos nuestras vidas a Su propósito y Su voluntad y conforme lo amamos lo suficiente como para obedecerlo, sin importar el costo, conforme hacemos todas esas cosas que le dan gloria, nos estamos moviendo en la progresión hacia la semejanza a Cristo.

No hay otra manera de definir la vida cristiana que como un progreso - ahora marque esto-  progreso en glorificar a Dios. ¿Y sabe una cosa? En cierta manera es algo que no podemos alcanzar porque entre más vivo, más fallas veo en mi vida. La gente dice ‘bueno, usted sabe, conforme yo avanzo es más fácil’. No, no es más fácil, porque cuanto más conozco y más entiendo, más ve sus limitaciones. Y entonces, siempre está prosiguiendo hacia la meta, nunca con un sentido de haberla alcanzado; y en su corazón, anhela el día en el que será como Él, porque usted lo verá tal como Él es.

Permítame darle un pensamiento más en este estudio, una décima manera en la que glorificamos al Señor. Glorificamos a Dios al traer a otros a Él. Ahora, ésta es la manifestación natural de proclamar la Verdad, de proclamar la Palabra. Simplemente pasaremos un breve momento en esto. Pero 2 Corintios 4:15. Segunda de Corintios 5, versículo 15. Pablo está escribiendo a los corintios y los tenía en su corazón, él estaba muy preocupado por ellos. En 1 Corintios él había dicho cosas muy duras. Él prácticamente los había dejado en el piso, sarcasmo y todo, les dijo que vendría a ellos con una vara y los azotaría, los disciplinaría y demás.

Y entonces él, en cierta manera, les dice por qué hizo esto y por qué habló de esta manera en Segunda de Corintios. Y esto es lo que dice en el capítulo cuatro, versículo 15: “Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.” Estar atribulados en el versículo 8; perseguidos, destruidos, versículo 9. Versículo 10: “Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.”

Aquí hay un hombre que estaba totalmente comprometido con las necesidades de otros. Todo es por ustedes. ¿Cuál es el propósito, Pablo? “Para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.” Pablo ¿por qué hiciste esto? ¿Porque vas a esa ciudad que es hostil? Quiero decir, ¿por qué vas allí cuando sabes que serás perseguido? ¿Por qué recibiste todo esto? ¿Por qué estuviste dispuesto a enfrentar todo esto? ¿Por qué no son tan sólo vas por los callejones de atrás y entregas folletos; y sales de la ciudad y reclamas la promesa de que la Palabra nunca regresará vacía? ¿Por qué confrontas a todo el mundo? ¿Por qué terminas en la cárcel? Todas estas cosas son para que conozcan la abundancia de la gracia salvadora. ¿Por qué? Para que puedan agradecer a Dios, ¿ve eso? “Abundando la gracia por medio de muchos.” En otras palabras, él quiere añadir otra voz al coro de gratitud. Él quiere agregar a alguien que pueda glorificar a Dios.

Este es probablemente el elemento más grande de glorificar a Dios. Cuando usted gana a alguien más a Cristo, usted duplica el potencial, ¿no es cierto? Si yo puedo glorificar a Dios con mi vida y ganar a alguien más a Cristo, entonces eso hace que alguien más tenga también ese potencial. Dios es glorificado cuando traemos a otros a Él. Y francamente, eso también es parte del crecimiento espiritual. Una de las claves del crecimiento espiritual es ganar a gente para Cristo, porque eso añade a otra voz a aquellos que Le alaban y agradecen al Señor. Es tan importante que veamos que estas son cosas simples que conocemos.

La gente dice “Oh, el crecimiento espiritual, usted sabe, le pertenece aquellos que están muy por encima de mí.” ¿Sabe una cosa?, yo solía leer el libro La imitación Cristo de Thomas A. Kempis; y solía leer acerca de los místicos, usted sabe de aquellos que solían arrodillarse y orar durante ocho o diez horas y tendían agujeros en sus pisos de madera, usted sabe. Y solía leer acerca de Robert Murray McCheyne quien se ponía de pie en su púlpito; y él bajaba su cabeza en su Biblia y comenzaba a llorar y muchas lágrimas caían de su rostro y mojaba las páginas de la Biblia y el púlpito estaba mojado de lágrimas.

Y leí acerca de ese tipo de personas que parecía caminar con Dios a un nivel que es incomprensible. Leí un libro de E.M. Bounds llamado El poder a través de la oración; y este hombre estaba consumido hora, tras hora, tras hora con la oración. Y yo me decía a mí mismo, pero es inútil. ¿No es cierto? Digo, yo nunca voy a llegar a ese nivel. Y eso es porque Dios usa a toda persona de un modo diferente.

Pero el crecimiento espiritual no es algo místico para alguien que está ahí en el espacio a una distancia espiritual. El crecimiento espiritual es muy simple. Es un tema de obediencia, un tema de amar al Señor. Es cuestión de orar, de alabar, de creer, de confesar pecado, de proclamar la Palabra, de dar fruto; todas estas cosas y ganar gente para Cristo. Así de simple. Ese es el elemento en su vida que va a significar madurez. Y entre más pronto nos enfoquemos en estos elementos simples, básicos, más pronto veremos el Espíritu de Dios cambiándonos a la imagen de Cristo de un nivel de gloria al siguiente. Inclinémonos en oración.

Padre, Te damos gracias por nuestro estudio. Gracias porque nos has dado principios muy simples y elementales que podemos aplicar a nuestras vidas para crecer espiritualmente. Dios, ayúdanos a estar insatisfechos con el lugar en el que estamos en nuestra vida espiritual y que como el apóstol Pablo, tengamos un hambre insaciable en nuestros corazones por conocerlos de una mayor manera para ser más como Él, para que podamos manifestar Tu plenitud en este mundo, para Tu alabanza, en el nombre de Cristo. Amén.

 

 

 

 

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