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Esta mañana regresemos a nuestro estudio de la anatomía de la iglesia. Hemos interrumpido de manera bastante extensa, podría añadir, nuestro estudio de 2a de Corintios y vamos a regresar a ese onceavo capitulo y terminar esos tres finales en algún punto cercano, pero el Señor realmente me ha llevado a regresar a explicar la anatomía de la iglesia y esto debido a que a lo largo de los años, el Señor ha traído a tantos nuevos de ustedes a nuestra iglesia y es imperativo que entiendan la naturaleza y la esencia de la iglesia, por qué hacemos lo que hacemos, cómo lo hacemos.

Entonces, estamos hablando de este asunto, de cómo la iglesia funciona y hemos disfrutado de un gran, gran tiempo al hacerlo. Tomando la metáfora bíblica de la iglesia como el Cuerpo de Cristo, es una identidad rica y maravillosa que incorpora grandes tesoros de verdad para nuestra edificación y nuestra aplicación. Hemos comparado a la iglesia a un cuerpo. Cristo a la cabeza. Como el apóstol Pablo nos enseña en Efesios y en Colosenses y conforme hemos estado haciendo eso, hemos estado viendo en mayor profundidad, en cierta manera, extendiendo la metáfora y hablando de la anatomía de la iglesia.

Simplemente quiero apuntar a una escritura si me permite, para comenzar, Efesios capítulo 4 y vaya al versículo 11 y en adelante, Pablo escribe: “Y Él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

Este es material rico y profundo. Podríamos pasar mucho tiempo cubriendo todos los detalles de las palabras de Pablo aquí, pero simplemente queremos señalarles una cosa como un punto inicial y es esta. La edificación del Cuerpo de Cristo, en lo cual obviamente estamos involucrados, tiene como su fin o meta la medida de la estatura que pertenece a la plenitud de Cristo. En otras palabras, queremos que el Cuerpo de Cristo sea tan parecido a Cristo como sea posible. Esa es la razón por la que Pablo en Gálatas 4:19 dijo que él estaba en dolor y agonía hasta que Cristo fuera formado completamente en ustedes.

Debemos ser semejantes a Cristo, no sólo como individuos, sino colectivamente. Debemos llegar a la plenitud de la medida de la estatura de Cristo y eso involucra la unidad de la fe. Eso involucra un conocimiento profundo del Hijo de Dios. Tenemos que conocer cómo es Él antes de que podamos ser como Él. Debemos llevar sus características. Debemos manifestar sus virtudes de tal manera que la iglesia no es una organización religiosa. No es un grupo de personas que en cierta manera están relacionadas, sino un organismo viviente que posee la vida misma de Dios, personas en una unidad orgánica, espiritual, moviéndose hacia la semejanza a Cristo. Fue recordar a usted en Antioquía que los paganos, identificados por primera vez a los creyentes como cristianos, lo cual significa pequeños cristos.

Entonces, la idea de crecimiento de la Iglesia, la idea de cuerpo espiritual de Cristo es que crece y madura y adopta la naturaleza de Cristo, que se vuelve virtuoso de tal manera que manifiesta las cosas mismas que caracterizan a la esencia de su Señor y cabeza. Ahora, estamos entonces concentrándonos en este proceso; la Iglesia identificada como el cuerpo de Cristo no estática, sino creciendo y desarrollándose en la semejanza a Cristo.

Comenzamos, recordará usted, con el esqueleto y sugerimos varias cosas que eran importantes como parte de la estructura, que le dan a la iglesia su forma, su rigidez, asuntos medulares no negociables. Cubrimos esos de manera cuidadosa por varias semanas y después llegamos en segundo lugar a los sistemas internos, un cuerpo claro, está incompleto, como un esqueleto. En ese esqueleto usted tiene que colgar todos los sistemas internos que llevan la vida, que lo hacen un cuerpo viviente y no sólo un esqueleto.

Entonces, hemos estado viendo cuáles son los sistemas internos que hacen que la iglesia sea el cuerpo de Cristo, que hagan lo que Dios quiere que sea. Comenzamos con fe. Dijimos que el punto inicial, claro, es creer en Dios, confiar en Dios, conocerlo lo suficiente como para confiar en Él en todo asunto de la vida. Recordamos Habacuc 2:4 El justo por la fe vivirá y 2a de Corintios 5:7 Andamos por fe y no por vista. Recordamos, claro, que debemos tomar el escudo de la fe para poder apagar todos los dardos de fuego del maligno y después, el segundo sistema interno es obediencia. Y como paralelo de la fe, el compañero a esto es una sumisión a todo lo que el Señor nos pide hacer. Hacer todas las cosas que os he mandado.

Nosotros, que una vez fuimos esclavos al pecado, ahora nos hemos vuelto esclavos de la justicia. Dice en Romanos 6:17: “Y obediencia a la palabra de Dios y la voluntad de Dios nos caracteriza”. En tercer lugar, hablamos de la humildad. Esa virtud cristiana tan noble, un reconocimiento verdadero del pecado de uno y su indignidad. La humildad, señalamos, no es cuestión de debilidad. Ciertamente no es igual a pecaminosidad. No es igual a la ignorancia. No es igual al temor. Algunas veces, la gente pecaminosa, débil, temerosa se supone que es humilde, sino que más bien, la humildad es un entendimiento verdadero del pecado de uno y un entendimiento verdadero de la gracia de Dios en Cristo, un entendimiento verdadero de lo que Dios puede usarnos para hacer lo que Él quiere hacer cuando nos sometemos a Él.

Ahora, eso nos lleva a un cuarto sistema interno, un cuarto componente, una cuarta actitud espiritual. Las hemos llamado así, un cuarto motivo espiritual. Y es uno del que usted oye mucho, una muy, muy esencial, ninguna otra que el amor. El amor, y de eso quiero hablarle en esta mañana.

Hay tantas maneras de abordar esto, pero quizás puedo abordarla en cierta manera desde el punto de vista del mundo en el que vivimos. En cierta manera, desde el contexto de la sociedad que nos rodea, que ha redefinido ese término de una manera muy trágica. Para hacer eso, por lo menos para encontrar un punto inicial, veamos Efesios capítulo 5, Efesios capítulo 5 y este es un buen punto inicial para nosotros. Obviamente, el tema del amor es un tema enorme y es cubierto en varios lugares en la palabra de Dios, pero voy a tratar de resumir las cosas y simplemente encontrar un punto de entrada aquí en Efesios capítulo 5 versículo 1: “Sed, pues imitadores de Dios como hijos amados”.

Ahora, ¿qué significa ser imitadores de Dios? Aquí viene, versículo 2: “Y andad en amor”. Si usted quiere imitar a Dios, ande en amor, porque como Juan nos dice: Dios es amor. Si usted quiere ser un hijo verdadero de Dios. Si usted quiere manifestar su virtud, si usted quiere imitar a Dios, entonces camine en amor, porque eso es característico de Dios: De tal manera amó Dios al mundo…Como Juan 3:16 nos recuerda, como 1a de Juan dice: Dios es amor.

Y él define la extensión del amor de Dios en el versículo 2: “Como Cristo amándonos y entregándose a sí mismo por nosotros”. Ahí está la definición más clara y más precisa del amor dada en la escritura. Y es esta. El amor en últimas es abnegación, sacrificio personal. No es primordialmente definido como una emoción. No es primordialmente definido como un sentimiento. Es un acto de darse uno mismo. Es un acto de sacrificio personal.

Cuando usted ve a Dios y usted reconoce que Dios lo amó a usted, usted lo reconoce debido al sacrificio que Él hizo. Entonces, el flujo simple del texto es “imiten a Dios”. ¿Cómo hace usted eso? Ande en amor. ¿Cómo es definido el amor? Es definido por Cristo, quien nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.

En otras palabras, la característica simple del amor es que da y da y da de manera magnánima. Da en medidas extremas. Da de manera abnegada, sin preocupación por sí mismo. Se sacrifica a sí mismo y también puedo añadir para usted que el amor es el producto de la humildad. Esa es la razón por la que coloqué a estas dos juntas.

Nadie puede amar así si está centrado en sí mismo. Nadie va a entregar su vida. Nadie va a hacer el sacrificio definitivo. Diciéndolo en las palabras de Jesús, ninguno tiene mayor amor que este; que un hombre ponga ¿qué?, su vida por sus amigos. ¿Quiere usted definir el amor? Es sacrificial. Es abnegado. Se entrega a sí mismo. No es egoísta. Y eso existe o únicamente está en la vida del que es humilde, uno que está comprometido, como Filipenses 2 dice: “No con sus propias cosas, sino con las cosas de otros”.

Uno que considera a otros mejor que sí mismo puede hacer ese sacrificio. Ese es amor bíblico y solo la gente humilde puede ejercerlo, porque solo la gente humilde se va a entregar por alguien más. La humildad no es un rasgo de personalidad. No debe ser equiparada con ser pobre o ser callado. No debe ser equiparada con hablar en un tono de voz bajo y de manera gentil. Debe ser equiparada a un sacrificio abnegado en donde alguien se abandona a sí mismo por otros. Ese es el amor que fluye de la humildad y donde no hay humildad, no habrá amor.

Ahora, la humildad, recuerde, es el resultado de un entendimiento verdadero de quién es usted y quién es Dios. Eso es humillante. Esa es la razón por la que Pablo dijo en 2a de Corintios 12: “No me comparo con otros. No somos como aquellos que nos comparamos con nosotros mismos” él dijo, porque eso da lugar al resultado equivocado.

Cuando usted se compara con otras personas, usted siempre puede encontrar una razón para engrandecerse a sí mismo y elevarse. Cuando usted se compara con Dios, usted es aplastado y humillado. Y a partir de vaciarse a uno mismo de esa manera, el cuál Jesús demostró en su encarnación, como Filipenses 2 nos dice: “Puede venir amor”. De tal manera amó Dios que encarnó y entregó su vida. Se humilló a sí mismo, ese amor.

Ahora, nuestro mundo, francamente no conoce absolutamente nada de esto, de manera general. Quiero que siga este texto y voy a señalar lo que dice y después mostrarle en la sociedad cómo está siendo manifestado. Observe el versículo 3, muy interesante.

En esta conversación del amor, él inmediatamente dice: “No dejéis que la inmoralidad ni ninguna impureza…” La inmoralidad, por cierto, es pornea, pecado sexual. Fornicación es como normalmente es traducida. O ninguna impureza, y esa palabra simplemente significa cualquier otra forma de pecado sexual o avaricia, lo cual es lo que está detrás del pecado sexual. Él no está hablando aquí de avaricia monetaria. Aquí él está hablando de ese deseo que busca este tipo de maldad, que nada de eso, ni siquiera sea nombrado entre vosotros como conviene a santos.

Ahora, ¿por qué es que él menciona esto? ¿Por qué en los versículos uno y dos en esta discusión sublime en el amor, en esta demostración maravillosa del amor, como Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante de la gloria sublime de la humildad, del auto vacío de Cristo y la expresión de amor en su misión al propósito de Dios en la cruz para redimir a pecadores, él desciende al lobo de porneia y cualquier otra forma de pecado sexual y el deseo que lo motiva? ¿Por qué? Porque de manera típica, ese es la perspectiva del mundo del amor. Esa es la perversión del mundo. Esa es la definición del mundo.

Los versículos 4 y 5 va incluso más allá de esto. No debe haber suciedad. Esa, de hecho, es una palabra que significa obscenidad; palabras torpes, lo cual tiene que ver con platicas vulgares de cosas sexuales. Ambas son muy parecidas en significado, que no convienen, sino que más bien, acciones de gracias. En otras palabras, estamos hablando del amor y de pronto descendemos a esta falsificación terrible que el mundo ejerce en la categoría de su preocupación sexual. Ese es el sustituto del mundo por el amor.

Cuando usted dice amor, en el mundo, en la actualidad, ¿de qué está hablando realmente usted? Cuando un hombre dice que ama a una mujer, ¿qué está pidiendo ese amor? Si usted está casado y usted se enamora, eso justifica el pecado sexual. Si usted es soltero y se enamora, eso justifica el pecado sexual. Si usted es un hombre y usted se enamora o tiene una relación de amor con otro hombre, eso justifica la homosexualidad. Si usted es una mujer y usted dice que tiene un amor por esta otra mujer, eso justifica el lesbianismo. Es la perversión del mundo. Y todas estas canciones de amor de manera interminable y todos estos programas de televisión y películas y todas las cosas que siguen definiendo el amor en términos puramente de sexo, demuestra que esta es la corrupción del mundo de lo que realmente es amor.

Permítame profundizar y simplemente para llevarlo a pensar en dónde está nuestra sociedad, la batalla del aborto, por ejemplo, para mostrarle cuán arraigados estamos en este amor falso, cuán arraigados estamos en la definición sexual de relaciones, permítame hablar del aborto por un momento. La batalla por el aborto no es por bebés. La batalla por el aborto no es una batalla porque debemos matar a bebés simplemente por matar a bebés o no. Nadie va a votar por legalizar a matar bebés solo por matar bebés. La única razón por la que la gente quiere matar estos bebés es porque lo que importa no son los bebés sino el sexo. Ese es el punto. Si el aborto no tuviera nada que ver con el sexo, nunca sería legalizado.

Ahora, cuando yo era un niño pequeño, primero oí que las gaviotas traían bebés. Le voy a decir esto. Si las gaviotas trajeran bebés, nadie legalizaría el aborto. Nadie legalizaría el homicidio de esos bebés si las gaviotas trajeran bebés, pero como puede ver, el sexo es lo que está en el fondo de esto. La gente demanda tener sexo y un niño concebido podría ser una consecuencia desafortunada de ese sexo. Entonces, el punto no es de tener el sexo. El punto es ¿qué? Matar al hijo. ¿Qué están tratando de decir? No es que odian a los bebés. Ni siquiera es que odian a los fetos. No es que aman el homicidio. Es que quieren su sexo a ese grado.

Estamos dispuestos, en nuestra sociedad, a matar a los más inocentes entre nosotros, dispuestos a matar a los más indefensos, dispuestos a hacer eso. Siga esto, dispuestos a hacer eso frente al instinto más fuerte por proteger el cual es la maternidad. Cuando una sociedad puede convencer a la madre para que ejecute a su hijo, esa sociedad tiene una influencia poderosa, porque la maternidad es protectora de manera instintiva. Es un milagro de magia negra, de magia satánica. Es un éxito sorprendente esto del aborto.

No es un éxito para aquellos que odian a los bebés. Ese no es el punto. Es un éxito para aquellos que quieren sexo sin ninguna implicación. Sexo libre significa que tenemos que aceptar la fornicación. No hay nada de malo con eso. El sexo libre significa que tenemos que aceptar el adulterio. Significa que tenemos que aceptar la homosexualidad. Todas esas cosas tienen que ser redefinidas como expresiones honorables y amorosas. Mientras que haya amor oímos está bien y solo quiero que entienda que todo es para el sexo, todo. Y ha corrompido nuestra sociedad hasta la medula. La familia, el hogar, el lugar en donde el amor abnegado se aprende es un desastre de promiscuidad sexual en todo frente.

Tenemos una sociedad entera dirigida a tomar lo que quiere sin un corazón por dar. Toma tu satisfacción sexual. Si no te gustan las consecuencias, mátalo. Toma, y si te da SIDA, eleva tu castigo a un símbolo de valentía. Conviértete en un héroe. Toma tu actividad sexual y cuando estás cansado del que lo estás tomando, descarta a ese y busca a otro. Nuestra sociedad está absolutamente obsesionada con el sexo y con ello está la muerte de cualquier entendimiento del amor que es normal o razonable.

No estoy seguro de que realmente siempre reconocemos estas cosas. Creo que usted puede remontarse a como Agustín lo dijo, a la guerra entre la ciudad de Dios y la ciudad del hombre. Hay una guerra social masiva, un conflicto masivo social y la guerra se está llevando a cabo en la actualidad y permítame decirles algo. La guerra que se lleva a cabo entre la ciudad de Dios es…será el cristianismo bíblico y la ciudad del hombre, ese es el sistema mundano satánico. Permítame decirle esto, rodea básicamente un área singular y ese es el sexo.

Dentro de la esfera moral en nuestra sociedad, el conflicto es casi exclusivamente acerca del sexo. Eso resume todas las áreas más violentas de batalla entre los cristianos y el mundo: el aborto, la fornicación, el adulterio, el divorcio, la homosexualidad, incluso el feminismo. Todos esos son asuntos sexuales y todos son un ataque abierto en contra del amor.

Satanás tiene una especia de plan de siete pasos. Quizás va un poco así. Paso uno: el fin definitivo para satanás es ganar almas para su causa. Paso dos: un medio poderoso para este fin es la corrupción de la sociedad. Esto funciona especialmente bien en una sociedad de conformistas, de personas dirigidos por otros. Después de todo, una sociedad buena simplemente es la que hace que sea fácil ser bueno. El corolario satánico también es verdad. Una sociedad mala hace que sea fácil ser malo. En otras palabras, lo que esto significa es que cuando usted tiene una sociedad de conformistas que tienden a seguirse uno al otro, cuando usted tiene algunas influencias singulares controladoras, como los medios masivos de comunicación y todo eso, usted puede controlar a la sociedad entera.

Entonces, lo único que satanás tiene que hacer es hacer que una sociedad mala sea un lugar en donde hacer el mal es fácil y así es en Estados Unidos. Es fácil ser malo porque tenemos una sociedad mala y ¿qué quiero decir con eso? Toleramos la impiedad. No solo la toleramos. La elevamos a un estatus de libertad. Tercer paso: el medio más poderoso para destruir a la sociedad es destruir un bloque de cimiento, de edificación fundamental y esa es la familia, en donde el amor sacrificado se aprende. La única institución en la que podemos aprender la abnegación diariamente, simplemente despedázala.

Paso cuatro: la familia es destruida al destruir el matrimonio. Cinco: el matrimonio es destruido al aflojar su pegamento, la fidelidad sexual. Seis: la fidelidad es destruida por la revolución sexual. Así es como siempre funciona. La revolución sexual probablemente va a ser la revolución más destructiva en la historia. Mucho peor que cualquier revolución de la que yo conozco, mucho más que cualquier revolución política, mucho más que cualquier revolución militar. La revolución sexual ha destruido esta nación.

Estuvimos preocupados todo el tiempo por Rusia. Estuvimos preocupados todo el tiempo por el mundo de la cortina de hierro. Estuvimos preocupados todo el tiempo por armarnos, guerra de las galaxias, poder militar, armamento, armas nucleares, la bomba H. Y estábamos preocupados por todo eso y estábamos teniendo una revolución aquí que ha destruido nuestra sociedad de una manera que ninguna bomba podría hacerlo, porque ha destruido los manantiales de la vida. Hemos sido llevados al relativismo moral y el sexo ha llevado el día.

La revolución sexual es una demanda que seamos libres para hacer lo que queremos sexualmente. El asunto que motiva esto en la ciudad del hombre, nuestra sociedad. El punto hasta el que ese sistema satánico irá para buscar libertad para cometer el pecado sexual no se ve en ningún otro lugar mejor que en los abortos. Leemos acerca de homicidios y leemos acerca de matanzas todo el tiempo, pero simplemente recuerde esto, 99% de todos los homicidios en Estados Unidos son abortos. A ese nivel queremos nuestra libertad sexual.

La gente está dispuesta a matar para mantenerla. Como un escritor lo dijo, el aborto es la disposición a matar por la disposición a tener relaciones sexuales. Ahí está. Entonces, aquí estamos en esta sociedad redefiniendo el amor en relación a sus demandas sexuales y libertades sexuales y nada podría estar más lejos de un entendimiento apropiado. De hecho, eso es exactamente lo que Efesios 5 espera, que en lugar de lo real, el mundo va a venir y va a sustituir la inmoralidad, la impureza, la lujuria motivadora, la suciedad, las platicas vulgares, toda la plática sucia que se lleva a cabo en una sociedad promiscua orientada al sexo.

Ahora, la pregunta que nos confronta esta sociedad sexual, egoísta, desesperadamente necesita ver el amor verdadero. ¿En dónde lo van a ver? Bueno, solo lo pueden ver en un lugar y eso es en nosotros. Vayamos a Juan 13. Eso fue tan solo una introducción. Juan 13 realmente es de lo que necesitamos hablar. Probablemente pasé demasiado tiempo en eso, pero quería que entendiera en dónde está esta sociedad y este es uno de esos grandes pasajes. Todavía me acuerdo el domingo que prediqué de este pasaje. Probablemente, no sé, hace unos 22 o 23 años atrás. Solo lo he predicado una vez desde que vine aquí. Fue ahí en la capilla. Tuvo un efecto profundo en mí. Tuvo un efecto profundo en nuestra iglesia. Incluso tuvo un efecto profundo más allá de las paredes de nuestra iglesia conforme el mensaje de cierta manera fue más allá de la iglesia y se me pidió que fuera a varios lugares y predicara de este mismo capítulo.

Es una verdad profunda de esta necesidad tan grande de motivos espirituales, del amor: esta actitud espiritual tan esencial a la cual nuestro Señor se dirige aquí. Comencemos en el versículo 1. “Ahora, antes de la fiesta de la pascua, Jesús sabiendo que su hora había venido, que debía partir de este mundo al padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” o hasta el límite, al máximo, a la perfección. Jesús está al borde en este momento de una experiencia muy, muy terrible. Están reunidos estos discípulos en el aposento alto. Esta es esa tarde final cuando Jesús cometió su traición terrible en contra del señor y salió a traicionarlo. Todo esto sale en este capítulo.

Estos discípulos densos, centrados en sí mismos están en un argumento acerca de quién de ellos será más grande en el reino y en medio de la traición de Judas y en medio de la discusión de estos discípulos concentrados en sus propios propósitos y metas, aquí está Judas quién está a punto de traicionarlo. Aquí están los discípulos en este debate horrendo acerca de cuál de ellos va a ser el más grande y todos ellos, ciertamente, no están considerando lo que el señor está apunto de enfrentar, aunque Él les acaba de decir apenas antes de esto que Él va a tener que morir como un grano de trigo que cae en el suelo.

Son indiferentes a eso y están preocupados por sus propias ideas en ese mismo ambiente del cual los hallaría tan desagradables como fuera posible para cualquier sentimiento humano normal en donde dice, “Él amó a los suyos que estaban en el mundo y los amó hasta el máximo”. El amor de Jesús hacia los suyos no es condicional. Los ama, hasta el máximo en el momento de su indiferencia más horrenda.

En el versículo dos esto comienza a desarrollar la demostración de este amor. Es como si el versículo uno identifica el tema, del capitulo el tema es cómo Jesús amó y aquí está la historia. “Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote,” eso significa de la ciudad de Keriot, “el hijo de Simón para traicionarlo,” el diablo ya había llevado acabo su trabajo. Había cautivado el corazón no convertido de Judas. Lo había alineado para la traición. “Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos y que había salido de Dios y a Dios iba”—esto es muy importante. En medio de todo eso, realmente nunca hubo temor por parte de Jesús. La traición tenía que venir. La ejecución tenía que venir, pero Jesús sabía que al final que Él había venido del Padre y que Él iba de regreso ahí a pesar de todo esto. Ciertamente, en el huerto Él agonizó por la realidad que tendría que ser separado del Padre y llevar el peso de la culpabilidad por el pecado.

Todo eso produjo ese sudor que era como grandes gotas de sangre. No había duda de la agonía, pero no había temor acerca de cómo resultaría. Jesús sabía cómo resultaría. Él había venido de Dios. En su encarnación, Él regresaría y claro, Él ora, con ese fin en mente, de manera tan magnifica en el capítulo 17. “Se levantó” en el versículo 4 dice: “de la cena”. Se quitó su túnica exterior y probablemente se quedó vestido hasta la cintura. Simplemente con las prendas que eran discretas y modestas que se usaban ahí al nivel de la cintura. Quizás sus piernas descubiertas y su tronco descubierto y Él se agachó. Tomó una toalla, dice, y se ciñó. Él colocó una toalla en su cintura. Luego puso agua en un lebrillo y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a enjuagarlos con la toalla con que estaba ceñido.

Esta es una de las grandes escenas en la vida de nuestro Señor. Algo que usted necesita saber es que era la costumbre. Era tradicional, pero más que eso, era necesario que se lavaron los pies antes de que ustedes tuvieran un banquete porque en esos días, la gente usaba sandalias y algunas veces, no era nada más que pies descalzos y cuando usted llegaba a un banquete, solo era apropiado que se lavara sus pies porque o estaban polvorientos si estaba seco o estaban enlodados si estaba mojado y debido a que la gente prolongaba las cenas las cuales llegaban hasta pasar horas en ellas, habría sido una falta de consideración terrible, terrible llegar a tal ocasión sin que sus pies estuvieran limpios. También era la costumbre reclinarse en la cena.

En otras palabras, en cierta manera, se podían extender y se inclinaban y eso podría ser excesivamente incomodo si su cabeza estaba cerca de los pies de la siguiente persona. Por lo tanto, era apropiado, en tiempos antiguos que se llevara acabo un lavamiento de pies y el que era el esclavo más bajo en la escalera social tenía ese trabajo. Obviamente, ese no era un trabajo que usted buscaba. No era el trabajo más popular, pero era un trabajo para el esclavo más bajo en la jerarquía.

Aparentemente, en este aposento alto en el que el Señor y sus discípulos estaban que habían rentado o tomado prestado para la tarde, para tener la cena de la pascua en Jerusalén, no había un siervo disponible que hiciera esto. Ninguno de los discípulos en un argumento acerca de quién es el más grande en el reino iba a hacer eso. Ninguno de ellos quiere colocarse en algún tipo de luz humilde por temor de que pudiera perder el argumento.

Entonces, nadie lo hace y entonces, el Señor lo hace. Él está esperando y nadie lo hace. Él se quita su prenda exterior y después coloca una toalla en su cintura. Coloca agua en un contenedor y lava los pies de los discípulos. Conforme el comienza, llega Simón Pedro y Pedro dice cosas notables debiera hacerlo o no. Y usted tiene que mantener en mente que Pedro habló no solo para sí mismo, sino que realmente era el vocero para el resto y cuando él habló, él quizás no pudo haber estado hablando de manera unilateral, pero en cierta manera, expresando un consenso.

Entonces, Él vino a Simón Pedro. Debió haber una especie de silencio conforme Él comenzó este proceso, el Rey de Gloria, haciendo esta tarea tan sucia y tan insignificante. Él vino a Pedro y Pedro le dijo: “Señor, ¿Tú lavas mis pies?” Yo estoy seguro que Él habló por el resto. No deberías estar haciendo esto. Jesús le respondió y le dijo: “Lo que yo hago no lo entiendes ahora, pero lo entenderás después”. ¿Qué quiere decir? Pedro todavía no entendía la condescención. Él todavía no entendía el auto vacío de Filipenses 2. Él todavía no entendía cuán bajo llegaría Jesús.

¿Crees que es esto algo? No entiendes nada todavía. Espera a que veas lo que voy a hacer a unas horas a partir de ahora: cuando vaya a la cruz y resucite, cuando esté sepultado en una muerte vergonzosa, en una tumba común por ti, por ti. No entiendes mi humillación, pero lo vas a entender. Pero le dijo, Pedro no le molestaba, incluso mandar a Dios. Se va a dar cuenta usted aquí. Pedro le dijo: “Jamás lavarás mis pies”. Hombre, él era una persona valiente. ¿No es cierto? Osada. Él le está hablando al creador del universo, el Señor Soberano. “Nunca lavaras mis pies”.

Y hay una parte de esto que es admirable. Digo, él simplemente dijo: “No está bien. Eres el perfecto. Él que no tiene pecado. Eres el señor y maestro. Esto no está bien. No te voy a dejar hacer esto.”. Y Jesús le respondió: “Si no te lavo, no tienes parte conmigo”. Y Jesús está hablando espiritualmente aquí. Y Él está diciendo: “Escucha, Pedro. No me digas que no lave tus pies, porque espiritualmente si no te lavara, no tendrías ninguna relación conmigo”. Este es un símbolo de ese lavado. Si no te lavo, no tienes parte conmigo.

No sé si Pedro realmente entendió eso. Fue una afirmación de gran importancia espiritual que el corazón de Pedro tenía que ser lavado por Cristo, de lo contrario no tendría relación alguna con Cristo, en lo absoluto. No sé si Pedro entendió eso. No estoy seguro de que Pedro supo lo que Él quiso decir, pero dice: “Si no te lavo, no vas a tener parte alguna conmigo”. Y me encanta lo que dijo Pedro, versículo 9. Simón Pedro le dijo: “Señor, no sólo mis pies, sino también mis manos y mis…y mi cabeza. Quiero una relación contigo. Báñame”.

De nuevo, esto simplemente apunta al hecho de que el discípulo, los discípulos no estaban claros. Todavía estaban tratando de entender qué estaba pasando. Habían llegado a la convicción de que Jesús era el Cristo, el hijo del Dios viviente, pero había dicho eso. Ellos sabían que Él era el Señor. Ellos conocían el registro de que Él había nacido de una virgen. Ellos habían visto el poder, visto en milagros. Ellos estuvieron ahí cuando caminó sobre el agua y calmó la tormenta. Ellos sabían que Él era el creador Dios. Ellos sabían eso. Él les dijo que tenía que morir. Él les dijo que iba a resucitar en tres días. Él les dijo que, como un grano de trigo, Él caería al suelo y moriría y daría fruto. Él les dijo que perdería su vida para volverla a ganar. Él les dijo todo eso.

Ellos sabían que Él había venido con un propósito salvador. Ellos sabían que el Hijo del Hombre había venido a buscar y salvar lo que se había perdido. Ellos sabían que había venido como un cordero sacrificial. Ellos sabían que era el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Ellos sabían eso, pero de alguna manera, no funcionaba todo esto de manera coordinada y todavía no podían aceptar la ejecución de Cristo en la cruz.

Entonces, en la simplicidad de lo que Pedro pudo haber o no entendido, el Señor dice: “Si no te lavo, no tienes parte conmigo”. Y él dijo: “Entonces lávame. Quiero una parte contigo”. Pero Jesús le dijo, y aquí está, aún más enseñanza espiritual, el que ha sido bañado, sólo necesita lavarse sus pies, porque está completamente limpio. Y vosotros estáis limpios, pero no todos. ¿Qué está diciendo? Pedro, no necesito lavarte de cabeza a los pies. Ya he hecho eso. ¿Qué quieres decir? Eres salvo Pedro. Esa es la implicación espiritual. No necesito volverte a lavar. No necesitas un baño, sólo necesitas que tus pies sean limpiados.

Esta es una verdad espiritual maravillosa. Como cristiano, usted tiene un lavado y muchos lavados de pies. Muy bien. Sólo hay una ocasión en la que usted fue limpiado de pies a cabeza cuando usted fue salvo, cuando usted experimenta el lavamiento de la regeneración, como Pablo la llama. Sólo hay una ocasión cuando ustedes limpiado de manera completa, pero conforme usted camina por el mundo, usted necesita ese lavado constante de esos pies que recogen el polvo y la suciedad, esta suciedad caída.

Pedro, no necesitas otro baño. Esto afirma que Pedro era convertido de manera genuina. Regenerado de manera genuina. Limpiado de manera genuina y lavado de su pecado, pero él simplemente necesitaba una limpieza constante de pies. Esa es una analogía hermosa. Nosotros, los que venimos a Cristo, somos lavados de pies a cabeza, por así decirlo, espiritualmente. Somos totalmente limpiados. Nuestros pecados son lavados de manera total, pero conforme caminamos por el mundo necesitamos la confesión y arrepentimiento y limpieza constantes. Día tras día, que mantienen nuestros pies limpios para que podamos continuar teniendo una parte con la extensión de Cristo en su reino glorioso.

Después, en el versículo 11, porque sabía quién le iba a entregar, por eso dijo: “No estáis limpios todos”. Había uno en ese grupo que no estaba limpio. Había un discípulo no convertido. Había un discípulo no salvo. ¿Quién era? Judas. Jesús dijo de él: “Uno de vosotros es un diablo”. Él nunca fue un creyente. Él nunca se convirtió. Él nunca fue real.

“Pedro” Él dice “tú estás limpio. No todos ustedes están limpios” porque había uno que lo traicionaría. Así que en el versículo 12, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa. Acabó con todos los pies, 24 de ellos.

No puedo imaginarme lo que el discípulo habría sentido conforme el señor hizo eso. Viéndolo hacia abajo y teniendo que verlo hacia arriba al rostro. Cuando terminó, Él se volvió a colocar su túnica. Se colocó el cinto. Se sentó en la mesa y les dijo, aquí está: “¿Sabéis lo que os he hecho? ¿Entienden esto? Vosotros me llamáis Maestro y Señor y decís bien, porque lo soy, pues si yo, el Señor y el Maestro he lavado vuestros pies, vosotros ¿qué? También debéis lavaros los pies los unos a los otros, porque ejemplo os he dado para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis”. Como puede ver, el versículo 16 dice: “Desiertos, desiertos digo. El siervo no es mayor que su Señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hicieres”.

Ahora, escuche. Permítame concluir esto. Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó al máximo. ¿Cómo es que Él les demostró ese amor? Se los demostró al humillarse a sí mismo. Él les demostró ese amor al humillarse al nivel más bajo, a la tarea más sucia, más indeseable de lavar los pies sucios de discípulos centrados en sí mismos. Y Él incluso iría más allá de eso, y moriría en la cruz llevando sus pecados, incluyendo los pecados de indiferencia y egoísmo. Él les había dado una lección profunda práctica en cómo el amor actúa. Él les amó hasta el fin, hasta el máximo. ¿Y cuál es lo máximo? Sacrificio abnegado, humillación, satisfacer necesidades al nivel más bajo, incluso poner su vida, entregar su vida por sus amigos.

Ahora, la aplicación de esta gran lección viene en los versículos 34 y 35. “Un mandamiento nuevo soy” Él les dice. Judas ya se fue en este punto. “Un mandamiento nuevo os doy. Que os améis unos a otros”. Éste es el nuevo mandamiento. Y alguien dice: “Pero ¿cómo?” “Como yo os he amado”. ¿Cómo es que Él acababa de amarlos? Al ¿qué? Al lavar sus pies. Y de nuevo, le recuerdo, el amor no es algún tipo de impulso emocional. No es algún tipo de sentimiento. No es algún tipo de atracción terrenal. El amor simplemente es, independientemente de sentimientos, emociones, atracción, el amor es simplemente satisfacer la necesidad de alguien al punto de sacrificio personal. Es humillarse uno mismo para una expresión que satisface una necesidad.

Entonces, un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros como yo os he amado, que también os améis unos a otros. Debemos amar de la misma manera. Escuchen amados, es así de simple. Todo tiene que ver con ser abnegado y le estoy diciendo, esto va en contra de todo lo que hay en nuestra sociedad. ¿No es cierto? Va en contra de su manera de pensar. Esta es la sociedad más egoísta sobre la faz de la tierra. Quizás la sociedad más egoísta jamás conocida, totalmente inmersa en sí misma, hablando del amor sin entender nada de él. Ver el amor como tomar, tomar, tomar, tomar y definirlo predominantemente como sexo. ¿Cómo es que van a llegar a ver la realidad?

Versículo 35, “En esto conocerán todos que sois mis discípulos. Si tuviereis amor, los unos con los otros”. Si somos el cuerpo de Cristo, y lo somos, si vamos a manifestar la virtud y la característica de Cristo, y llegar a la plenitud de la medida de la estatura de Cristo, si vamos a demostrar el conocimiento pleno del hijo de Dios, si vamos a ser conformados a su imagen, si vamos a ser como Él, entonces debemos demostrar el amor con que Él amó y eso significa que debemos sacrificarnos el uno por el otro y eso podría significar el lavar los pies y podría significar el entregar la vida y no necesariamente quiero decir el entregar la vida en la muerte. Podría significar el entregar la vida en la vida.

¿Ama usted? ¿Ama usted al grado en el que usted está dispuesto y pronto a humillarse lo más rápido que puede para satisfacer la necesidad real de alguien más en donde usted está dispuesto a sacrificar lo que tiene, lo que es, sus planes, su tiempo, su dinero, por la necesidad de alguien más? ¿Usted ama así? ¿Usted ama al punto de lavar los pies? ¿Ama usted al punto de ese amor mayor que ningún hombre tiene que colocar su vida por sus amigos?

Una, creo yo, de las cartas más alentadoras que jamás he recibido debe estar en la lista de las memorables, porque me acuerdo de manera tan vívida, vino de una niña que era una alumna en la Universidad del Sur de California y estaba enseñando aquí en una clase de escuela dominical. Ella me escribió esta carta y ella dijo: “Tengo un grupo de niñas de secundaria”. Ella dijo: “Me sigo diciendo que las amo. Me encantan sus rizos. Me encantan sus sonrisas. Me encantan sus vestidos. Me encanta el hecho de que son niñas dulces pequeñas”.

Y después, un día, ella dijo todo esto en su carta, en una carta: “Llegué a darme cuenta de que estaba pasando 10 minutos en preparar mi lección y me di cuenta de que no las amaba en absoluto porque no hacía sacrificio alguno por traerles el regalo más grande que podría traerles, el cual es la verdad de la palabra de Dios”. Y ella dijo: “Me puse de rodillas delante de Dios y confesé mi actitud no amorosa”. Tenían sentimientos emocionales hacia esas niñas pequeñas dulces. “No las amaba” dijo ella. “El amor significa prepararse diligentemente para darles mi mejor esfuerzo aun si significaba que no podía al juego de futbol americano o a alguna actividad del campus.” Bueno, ahora usted está en la categoría de lo que es real. Ahí está. El amor bíblico, no es química. No es interés en común. No es impulso. No es emoción. Es sacrificio personal. Y cuando usted ama así y yo amo así, la Iglesia será semejante a Cristo y el mundo sabrá que pertenecemos a Dios.

Queridos hermanos permítanme decirles, tenemos que demostrar una alternativa. No podemos seguir el mismo curso que están siguiendo. No podemos transferir el amor a la categoría sexual y aplastarlo en su totalidad. No podemos destruir a la familia, destruir matrimonios y todo eso y esperar que transmitamos la realidad verdadera de lo que es el amor. El amor es sacrificio personal. Quizás su vida y su matrimonio y su hogar no es todo lo que usted en alguna fantasía, en algún mundo de fantasía le gustaría que fuera, pero es un lugar en donde usted practicará y usted enseñará amor abnegado.

Al cerrar, más que decir, pero no hay tiempo. Primera de Juan 3, simplemente resumiendo, vayamos del Evangelio de Juan a la epístola de Juan, 1a de Juan 3:14: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida en que amamos a los hermanos. Así podemos demostrar que hemos sido salvados”. Así es como Juan 13:35 dijo: “Demostramos que le pertenecemos a Dios mediante el amor en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor. En que Él puso su vida por nosotros. También nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.”

¿Qué quiere decir eso? ¿Quiere decir que me mato a mí mismo? No. ¿Qué tal esto? Versículo 17. “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, hiciera contra él su corazón como mora el amor de Dios en él.” Es tan simple como satisfacer una necesidad: con tiempo y posesiones y dinero, instrucción espiritual y sabiduría y oración y lo que sea. Hijitos míos, versículo 18, “No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. El amor: una actitud motivadora, esencial y espiritual en el sistema del cuerpo de Cristo.

Bueno, oremos. Padre gracias esta mañana de nuevo por la riqueza de tu verdad. Señor, te agradecemos por esa gran realidad. Romanos 5:5: “Que el amor de Cristo es derramado en nuestros corazones”. Cuán maravilloso es saber que este amor que se demanda de nosotros esté en nosotros y solo necesita ser manifestado. Con ese fin en mente, oramos en cada vida para que Tú seas glorificado por causa de Cristo. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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